Ayer soñé algo bastante bueno (entre tantas cosas que uno sueña en una misma noche), fue una especie de sueño lúcido.
La mejor parte fue, que estaba corriendo en un bosque de sólo grama,
el sol alumbraba perfectamente. El soundtrack era la música de las aves al fondo, que se escondían en los altos pinos que rodeaban al campo.
Entonces hubo un momento en que la grama dejó de ser grama
para convertirse en una especie de piscina olímpica gigante,
y el agua era tibia, y el fondo se veía, sin tierra, todo era cerámica.
Recuerdo que tuve chance de decir, «este es el mejor sueño».
/Cada uno, por su lado, crea melodías difusas./