Mi magia queda en tu mente.

Rayó su cuerpo con la punta de un bolígrafo,
delineaba poros, ramificaba penas
afincaba donde debía y en el momento.
Sobre ella, sus marcas,
arriba de ella, sus ideas
en el centro, varias ellas
se besaban en su gracia.

Dudaba si detenerse, pero no se notaba
rasgaban sus olas y creaban mareas calmas de tormentas
islas soleadas, jacuzzis y saunas.
Otro día más de trabajo,
escribiendo con el bolígrafo alterado:
«No más penas».