Terminar de levantarse temprano
no es tarea fácil.
Soñar juntos es mucho mejor.
Una tajada del pabellón
Tengo la mirada absorta hacia una pared
mientras reflexiono por andar pensando en una canción
llamada Helga, de la cual no podré escribir la melodía que imagino
porque las onomatopeyas no son suficientes.
La señora que está dos puestos a mi derecha,
en el asiento de la parada, me ve con cara de saber
que lo que pienso tiene fuerza, y se esfuma.
Los carros pasan al fondo, muchas mujeres elocuentes
callan a la espera del autobús y del mensaje del tierno.
O del tercio, jevito, cuaimo o zampe.
Los otros dos hablan de máquinas. ¿Máquinas de lotería?.
La lluvia cae y entiendo que he escrito bastante
de un tiempo para acá. «Yo agarro esa, chao»,
«chao» responde él, «yo te llamo en la noche» dice ella.
Se monta y se va.
Cada quien en lo suyo.
Mierda, llegó el metro.