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Texto #388 – La paradoja del agua.

Era ocho de agosto del 2008 y yo iba a mi primera sesión
de grabación de baterías tocada por mí en un estudio
profesional. Me acuerdo de la fecha porque era 8 del 8
del 8 y porque fue en la Universidad Simón Bolívar.
Y porque fue en el estudio de Francisco «Coco» Díaz,
tecladista de la legendaria banda Desorden Público.

Estaba yo próximo a cumplir 20 años y el extinto
proyecto musical se llamaba Suite Bohemia.
El lugar era muy acogedor, alfombrado, independiente,
la atención era excelente y me sentía cómodo.

Había un corcho grande en la pared a la derecha
de la cónsola, allí estaban colgados afiches y fotos
de Coco Díaz y de Desorden, de otras bandas y conciertos,
pero un cartel escrito con marcador me llamó mucho
la atención, decía «Toma Agua!», así, no más.
La frase me hizo click, tanto que la recuerdo
hasta el sol de hoy.

El agua es importante para tener la garganta limpia
a la hora de cantar, pero también para mantener la calma,
para estar descansado, para tener energía,
para pensar mejor. ¡El agua es indispensable
para estar vivos! Y estamos tan «sumergidos» en el día
a día, en el YO, en lo que estamos haciendo,
que olvidamos tomar nuestros 8 vasos de agua diarios.

    El Agua está implícita:

El agua nos duele cuando no está, es como el dinero,
sólo que realmente vital, la empleamos
para lavar la ropa, los platos, el carro y a nosotros
mismos. Con el agua hacemos la pasta y el arroz,
lavamos los vegetales, las carnes y el pollo,
con el agua hacemos la limonada y el café. Leer el resto de esta entrada »

Camino Desnudo

Surgen los motivos para pensarte de nuevo,
en remolinos, repito la comida
del almuerzo y no respiro,
me lleva la ola.
Estoy afuera de tu casa
contando pedazos de tiempo,
escurriéndome el agua de entre los dedos.
Busca la cámara, guarda el momento,
te están esperando los ecos.
Surgen los motivos para orillarme del tiempo,
comer una hamburguesa y guardar un video.
Es disparejo el avance de los sentidos:
mientras te veo y le pago,
se van llevando los sentimientos.

Me revuelca la ola.
Despierto de un sueño largo.
Quiero escribir muchas cosas, pero de ninguna me acuerdo
porque aún no las he pensado,
ni te pienso a ti tampoco, aunque es bueno escribir enamorado,
pero ¿a quién va a querer uno con tanta agua en los latidos?
Nada. De ausencia, no «nada» de nadar.
Dormir es reír tu risa, quiero que lo sepas.
Mientras, sigo conversando a contracorriente,
me llaman para que nos vayamos.
Quiero escribir muchas más cosas, pero estoy aquí sentado,
tachando 6 líneas, evitando cerrar los ojos,
saliendo del mar, agarrando aire,
me quedo en blanco y la respiración se va a un foso.
Huelo tu perfume.

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