Si los árboles
sangraran y gimieran de dolor
nos costara un poco más
matarlos, matarnos.
El zancudo arriesgado: dícese de aquel cuyo método se basa
en quebrar a la proxemia en procedimiento lento y calmado
Como burlándose de tu falta de visión,
Adentrándose sin pena a los poros de tu carne
disparando sus miradas, su organismo, sus vacíos
aplastándose en cámara lenta sobre la superficie
vaciándo tu sangre en sus entrañas, comiendo
en lenguas onomatopeyas, sintiendo en silencios
regalándote una próxima erupción, y -ojalá que no- quizás un dengue.
Deporte extremo en la naturaleza microcósmica.
La música también sangra.
Dedujimos en una conversa que
cuando de explotarse una vena se trata,
la misma sangre crea nudos, se aglomera para no propagarse
y así servir de nodo, de montaña, de pared.
La Naturaleza del cuerpo humano es amplia
y trabaja sin que lo premeditemos, sin que nos demos cuenta.