Qué bien se siente ver seguridad expresada
ante un mundo divergente de sabiondos y sabelotodos,
Es estar orgulloso de lo que se es, de lo que se hace.

Porque acá hay de sobra y sobre todo.
Porque el deporte es esconder la mano cuando nos la tienden,
tender la mente en el tendedero y esperar a que nos funda el sol
en vez de iluminar con el poco de vela que nos quede por dentro.

Lo que sucede acá, es que cada quien
tiene «derecho a explorar su propia conciencia».

Existe la libertad de pensamiento,
pero no la libertad del alma.